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martes, 20 de diciembre de 2011

A veces es mejor no saber.


Cuando te entre la curiosidad y quieras hacer una pregunta debes pararte a pensar si verdaderamente estás preparado para escuchar la respuesta. Ya se sabe que la curiosidad mató al gato y una vez pronunciada la pregunta no se puede volver el tiempo atrás.

miércoles, 30 de noviembre de 2011

Y entonces me di cuenta, no podría vivir sin ella.


No sé si fue cuando me recibió corriendo con un montón de fotos de nuestro viaje y una sonrisa de oreja a oreja o cuando la vi durmiendo la siesta abrazada a aquel elefante de peluche que le regalé. Puede que fuera en alguna de todas esas veces que frota su nariz contra mi pecho o, por el contrario, en alguna de las que se comporta como si no le importase para luego mirarme con esos ojitos que me dicen “no existiría sin ti”.
Siempre me lo dice y yo le contesto que sí pero que la vida sería diferente, más triste, más gris, en alguna parte.
Ya me había dado cuenta en un principio de lo agradable que resulta que todo tenga sentido sólo porque ella sonríe. También entendí que los malos días se terminan en cuanto ella me abraza. Sin embargo, faltaba alguna pieza por encajar.
Fuera como fuese, en algún momento me di cuenta y ahora estoy seguro. La vida sería diferente, más triste y más gris… ¡Cómo no iba a serlo!  En realidad soy yo quien no podría vivir sin ella.


martes, 22 de noviembre de 2011

Cálida y viva.


Nos obligamos a coincidir en la calle al menos una vez al día. Eres como el pan de la comida y yo ya no sé como hacer para despegarme de esa necesidad que me producen cada uno de tus años.
Daría lo que fuera para que esta misma noche abandonases esa monotonía y vinieses aquí conmigo, te prometo que podría hacerte feliz. Sin embargo aquí seguimos y parece casi indecente esto que nos une cada madrugada; tú a las seis enciendes la luz y yo a menos cinco ya tengo desbocados mis latidos. Por una vez quiero sentirte cálida y viva, tampoco es mucho pedir.

miércoles, 16 de noviembre de 2011

La magia de esconderse.


Recuerda que si te escondes no podrá llegar a ti ni lo malo ni lo bueno.


miércoles, 9 de noviembre de 2011

Deseos de cosas imposibles.


Quise mantener en el tiempo esa mirada pero no pude, supongo que las cosas bonitas están hechas para no durar. No voy a marcar tu teléfono ni a oler la poca ropa que dejaste aquí, me niego. Demasiadas veces todo eso no ha servido para nada y esta no va a ser una excepción. ¿Quién sabe? Puede que dentro de un tiempo vuelvas a asomarte por aquí y yo como siempre te reciba con una tostada y dos besos, porque al fin y al cabo todo el mundo sabe que el mejor sitio para la mermelada es tu piel.
Siempre te vas y siempre vuelves, como si supieses que me he quedado aquí esperándote día tras día, como si tuvieras la seguridad de que siempre dejo la puerta entreabierta por si acaso, como si te imaginaras que todas las mañanas preparo desayuno para dos y que tu sitio jamás lo ocupará nadie por mucho tiempo que lo dejes vacío. Pero por una vez me voy a permitir soñar que no, que no vas a volver, y así cuando vuelvas quizá me veas distinta y quieras quedarte.

miércoles, 19 de octubre de 2011

Curiosidad o miedo a sentir.


El infinito… ¿Había algo más eterno que eso? No podía dejar de darle vueltas. Cada día sonaba el timbre y aparecía otra cosa más con aquella frase. Tenía ya la mesa llena: los bombones, la caja con el barco de papel, una rosa de origami, un libro que prometía ser conmovedor, una foto de un lago nevado…

Sentía una mezcla entre curiosidad, felicidad y vergüenza. No sabía si aquello era una broma o un soplo de aire fresco. No podía tener la certeza de que no estaban jugando con ella de nuevo pero, a pesar de sus miedos, era incapaz de tirar todo aquello que estaba inundando su casa.

Sin darse cuenta había empezado a acostumbrarse. Daba de comer a Hermes mientras miraba el reloj esperando a que el timbre sonase. Tenía la eternidad y el infinito ante sus ojos y ni siquiera se había dado cuenta.

¿Quién puede rechazar el infinito?

martes, 4 de octubre de 2011

Recuerdos.





Vivía sumergida en sus recuerdos, en aquel hombre que la llevó al cielo y le enseñó un mundo mejor. Sumergía la cabeza en su almohada y el olor a vainilla le impregnaba el alma. Todavía estaba allí, como cuando aún se quería un poco a sí misma.


lunes, 26 de septiembre de 2011

I belong to you, you belong to me.


Estamos ahí, punto y final o punto y seguido. Yo la sigo a trompicones escaleras arriba hasta llegar al descansillo, la acorralo en la puerta y la beso mientras hago girar la llave. Se arrodilla en el sofá mientras me clava ese mar que tiene en la mirada, la devoraría en este mismo instante.
Su respiración poniendo a prueba mi oído, sus labios color carmesí, la curva de su espalda… Todo resalta ante su desnudez. Me abalanzo y ella me esquiva. Jugamos en nuestro propio mundo sabiendo que, después de todo este tiempo, seguimos ardiendo con el deseo tanto o más que el primer día. La persigo y nos rozamos, cada vez más despacio, hasta acabar acostados sobre el colchón. La miro, ahora mismo, me deleito y me pierdo por el amor que siento por ella.
Con un dedo sigo la forma de sus labios y voy dibujando una línea que baja por su cuello, por sus costillas, por sus caderas, más allá… La beso como si mañana fuese a acabarse el mundo porque, si llega a suceder, no quiero quedarme con las ganas.
¿Y qué si sus labios han perdido el color de tanto amarnos? Yo la deseo así, ardientemente, desde la piel hasta el alma.

sábado, 3 de septiembre de 2011

Amor y respeto.

¿Acaso puede pedirse otra cosa en los tiempos que corren? Es demasiado triste ver como esos dos pilares fundamentales se dinamitan cada día sin que a nadie se le encoja el corazón por ello.
Hemos llegado al punto de pasar por alto los pequeños gestos de la vida que nos mantenían cuerdos. ¿Dónde han quedado el “buenos días” y el “gracias”? ¿A dónde se han ido la buena educación y el cariño? ¿Y la sonrisa sincera? Para qué. Ya no perdemos ni un segundo en escuchar al prójimo, en permitir que alguien marque nuestra vida, porque estamos demasiado ocupados como para regalar una parte de nosotros.
Ahora llevamos al extremo aquello de “honor a quien honor merece”, tanto que ya ni siquiera dejamos que nadie se nos acerque. Hemos levantado un muro de tres metros de altura y practicamos lo del ojo por el ojo y el diente por el diente.
Y yo, que lo veo todo desde el objetivo, sé que pocos son los que se paran a pensar en estas cosas, al igual que pocos son los que las demandan. Si me preguntasen como vamos a evolucionar diría que precisamente así, cada día un poquito más tristes, cada día un poquito más solos.

¡Amor y respeto señores, que no cuesta tanto!

 

miércoles, 31 de agosto de 2011

Era todo y más.

Se sentía sin fuerzas pero Hermes necesitaba comer. Se puso una camiseta cualquiera y unos vaqueros que, meses atrás, le hubiesen quedado como un guante. Había perdido demasiado peso y demasiados ánimos, de modo que ahora sólo era un saquito de huesos y pena. Marlene se disponía a salir cuando alguien llamó a la puerta.

- Buenos días – dijo aquel repartidor repasándola de pies a cabeza – ¿Marlene?
- Sí, soy yo.
- Pues si eres tan amable de firmar aquí…

Con curiosidad firmó y volvió a cerrar la puerta cuando tuvo en sus manos aquel paquete. Días atrás otro repartidor diferente había traído una caja de bombones. Lo observó con detenimiento y vio que tenía un sobre pegado por fuera, así que pensó que quizá aclarase de algún modo toda aquella locura.

“Era todo, y era más… Tú eras el infinito”

En el interior de una cajita se encontró con un barco de papel con la misma frase. Lejos de aclarar algo, no supo por qué pero se le asomó una lágrima. Ya no le apetecía salir, así que le cortó un poco de fruta a Hermes, estaba segura que le gustaba más que aquella rancia comida de pájaros que vendían en la tienda de la esquina.
Pasaron las horas y aquel barco seguía dando vueltas entre los dedos de Marlene mientras que, en su mente, sólo había una pregunta… ¿Por qué?
Más en: Marlene

Hago un inciso en la temática del blog para agradecer a Lil (podeis echar un vistazo en: Nube Cometa) el premio que me dio en su blog. Siempre es un placer que te agradezcan de esta manera pasarse por el blog y comentar, porque aunque parezca que no... Sí, queremos saber las opiniones de las personas que nos leen. ¡Un beso linda!

martes, 9 de agosto de 2011

Dueña de su intimidad.

Estaba en la ventana, distraída, con su pelo enmarañado. Últimamente pasaba mucho tiempo allí, como si esperase que alguien le devolviese un pedacito de ella misma que había salido volando. Volando como había entrado Hermes, quien ahora está algo más gordito que cuando llegó, al contrario que Marlene.
Se fijó en que un chico la observaba desde la calle y se sintió incómoda. ¿Por qué se entrometía en su intimidad de aquella manera? ¿Por qué alguien querría perder su tiempo mirando hacia ella? Para cuando salió de su ensimismamiento el chico ya se había ido. Se dio la vuelta y clavó sus ojos en Hermes, quizá su consuelo ante la falta de cariño.
A pesar de todo, en un banco cercano, el chico seguía posando sus ojos en ella.

miércoles, 3 de agosto de 2011

Carolina

Carolina siempre fue una chica corriente. Algunas impresionan por su cuerpo, otras por su mirada, por su pelo o por su forma de hablar; sin embargo Carolina era de esas que, a simple vista, no llaman mucho la atención.
 

Siempre se mira en el espejo tratando de descubrir aquellos contras que hacen que nadie se interese por ella. Se agarra el típico michelín para averiguar si ya es demasiado evidente como para pasarlo por alto. Se revuelve el pelo preguntándose en qué momento dejó de tener ese brillo que se ve en televisión. Se contonea y examina más de lo que pueda llegar a hacerlo un médico y es que, al final, sólo se encuentra defectos.



Trata de repetirse aquella frase que le decían de niña: A veces cuesta mucho más eliminar un solo defecto que adquirir cien virtudes.

Enciende la radio y suena M-Clan con su clásico:

Carolina, trátame bien,
no te rías de mí,
no me arranques la piel.

Suspira y piensa: ¡Que ironía!

viernes, 22 de julio de 2011

Si tuviese que elegir...

Creo que se esforzó mucho para que el viaje fuese perfecto. Una tarde quiso llevarme cerca de un lago y se pasó casi tres horas tratando de entender las indicaciones que le daba un hombre en suahili. Me senté sobre una piedra y, divertida, observé cómo fruncía el ceño y movía las manos, parecía que quisiese aturdir a unas moscas inexistentes.
Yo me reía pero no hay mucha gente dispuesta a pelearse con el diccionario en la mano. Repetía todo lo que el señor le decía mientras pasaba las páginas a toda velocidad tratando de comprender.

- Maji... Maji. ¿Nayla qué es maji?
- Agua.
- Eso, agua. ¿Por qué será tan complicado? – Entonces se dirigía al hombre con cara de desesperación – Agua, maji, agua fresca, mucha. ¿Me entiende?
- Nairobi.
- ¿Qué? ¿Nairobi?

Entonces me miró, suspiró y me dedicó una de sus sonrisas. Por el camino iba tratando de recordar las palabras:

- Kulia, eso es derecha. Y después dijo kushoto, izquierda ¿verdad?

Al final llegamos. Me atrevería a decir que en el momento justo, anocheciendo y los dos solos ante aquel maravilloso paraje, como si fuese cosa del destino.


Edric hace que las cosas sean perfectas sin darse cuenta, por eso si tuviese que elegir a una persona para pasar cada segundo de mi vida, le elegiría a él.

martes, 28 de junio de 2011

Vaho indecente.

Sensación de malestar, de boca seca. Sus ojos se abren y se dirige a oscuras hacia el cuarto de baño. Inconscientemente echa una mirada por la ventana y allí está ella, otra vez. No puede creérselo. Desvía la mirada hacia el reloj que tiene en la mesita de noche, las seis de la mañana. Decide observarla a oscuras desde la puerta, hace tanto tiempo que no se permiten el lujo de encontrarse que hasta se avergüenza de entrometerse de nuevo en su vida.
Antonia está en ropa interior y él reconoce cada curva. Pasados unos minutos enciende la luz y se sienta en el alféizar de la ventana, quiere que le vea, que sepa que sigue ahí. Ella se da cuenta y se paraliza. ¿Acaso puede seguir con ese juego? Le mira y le ve allí, frente a ella, con síntomas claros de haberse desvelado. En ese instante se da cuenta, se acerca a la ventana y la empaña. Tomás no está muy seguro del motivo pero, segundos después, empieza a ver como ella desliza su dedo escribiendo:
6:00 a.m.

jueves, 23 de junio de 2011

Telarañas en el alma.

“Más vale la pena en el rostro que la mancha en el corazón.”


Supongo que una telaraña implica una decepción, un sueño roto, una noche sin dormir.

jueves, 9 de junio de 2011

Como en casa.


La primera noche en África nos amamos con todas nuestras ganas, casi como si tuviésemos que dejar un pedacito de nuestros cuerpos en aquella cama para el resto de la historia.
Jugué abalanzándome sobre su espalda, revolví los pocos lunares que encontré tratando de encontrar un nuevo destino al que ir y llegué a sus ojos. Un beso, uno de esos tan suyos antes de dormirse, besos que te erizan la piel como si fuesen una descarga.
Se ladeó, cerró los ojos y yo me encaramé a él, en cualquier parte del mundo sintiéndonos como en casa.

miércoles, 8 de junio de 2011

Invierno esperando.

Noches de continuas pesadillas y días tratando de sonreír. Así iba pasando el tiempo en aquel quinto.

-¿Quieres saber qué es lo que no me deja dormir?
-Claro, cuéntame.
-Cada noche sueño que hay algo ahí, creciendo, moviéndose – dijo señalando su tripa – pero luego despierto y me siento así, vacía. Es duro cerrar los ojos y ver cumplido nuestro sueño, abrirlos y notar que me falta el aire.

Luis la abraza, hay veces que no se puede ni se debe decir nada. Algún día será, él lo sabe y se lo recuerda a menudo, tendrá los ojos azules de su madre y le gustará la mermelada de fresa tanto como a él.

Es el deseo que tienen pendiente, un invierno esperando y una barriga feliz.

lunes, 6 de junio de 2011

En los huesos.

-Mamá, tengo hambre.
-Todavía no es la hora.

Eso es lo que siempre le contestaba a Marlene y ella siempre se creyó lo que su madre le decía. Si le decía que no había llegado la hora, ella pensaba que quizá su hambre se estuviese adelantando. A veces pasaba varios días sin comer y, con el tiempo, aprendió a guardarse unos cuantos lacasitos dentro de un calcetín para los días largos. Así llamaba ella a esas rachas sin comer. Cada dos horas un lacasito, esa era su rutina para ir calmando su tripa, y era triste porque cuando le ponían el plato delante solo había una patata y un pequeño trocito de carne.

-¿Puedo comer un poco más?
-Así está bien, muchos niños no tienen ni siquiera eso.

Sabía que era verdad, eso era incuestionable, pero no entendía por qué motivo sus padres siempre tenían lleno el plato. Era perfectamente consciente del poco amor que sus padres sentían por ella pero nunca pensó que llegase al punto de querer matarla de hambre.

 
Ahora la miro y está tan flaquita como el día que vino aquí para vivir sola. Me da pena y me gustaría darle una tonelada de lacasitos, darle la mano y echar a correr, pero eso le haría todavía más daño.



miércoles, 1 de junio de 2011

Tal vez...




 Un día me encontré esta pintada y no pude evitar pensar en la cantidad de cosas que se nos exigen y en las pocas que cumplen las personas que mandan. Ironías de la vida, tal vez.
Es como cuando caminas por la calle y te encuentras uno de esos carteles que dicen “prohibido fijar carteles”; a mí me dejan con un mal sabor de boca, sensación de no haberlo entendido del todo bien.
Puede que eternamente sigan siendo ironías de la vida, tal vez…






jueves, 26 de mayo de 2011

Lo más bonito que he visto en mi vida.

El día anterior preparó la maleta corriendo y lo primero que metió en ella fueron sus tiritas de elefantes. Llevaba queriendo hacer este viaje desde poco después de conocerla pero no pensé que fuese a hacerle tanta ilusión.
En el avión se puso su gorro de safari, quizá creyese que iba a ver elefantes nada más pisar tierra porque, en cuanto lo hizo, puso unos morros enormes. Fuimos al hotel y al cabo de unas horas conseguimos apuntarnos a una de esas excursiones típicas para turistas. Después de unos kilómetros se puso en pie y gritó:

-¡Están allí Edric! ¿Los ves? ¡Allí! ¿No te parecen bonitos?
-Muy bonitos princesa – aunque yo estaba más pendiente de su cara - ¿te gustan?
-Es el mejor regalo que nadie podría haberme hecho. Sólo podías ser tú. Soy tan feliz…

Sonreía con todas sus fuerzas y no paraba de señalar hacia cualquier rincón. Sí, era feliz y se notaba. Se sentó sobre mis rodillas y pasó el resto del viaje abrazándome mientras observaba aquel mágico lugar.
Sensación de plenitud, eso es lo que sentí en aquel instante. Nayla estaba preciosa con toda esa magia dentro; inclinada sobre el borde del vehículo, saltando de un lado para otro, haciendo fotos cada vez que podía… Libre, conmigo.

martes, 24 de mayo de 2011

Dejar que pase el tiempo.



Con el tiempo voy aprendiendo que la mañana te ayuda a ver las cosas con claridad. Sí, lo que antes dolía mucho hoy es sólo una caricia y duele mucho menos.
Para todo necesitamos tiempo. Tiempo para encontrar la calma, para volver a casa, para tomar decisiones, para disfrutar el momento. Tiempo, para contarle a un niño un cuento, para valorar lo que vas haciendo, para parar si vas corriendo, para sacar tus conclusiones. Necesitamos tiempo para respirar, tiempo para reír, tiempo para llorar, tiempo para perder el tiempo…
Se necesita tiempo para todo y lo único que no tenemos es eso… Tiempo.



martes, 17 de mayo de 2011

Viaje hacia los sueños.

-  ¿Quieres ir a verlos? – le susurró Edric para despertarla.
- ¿Ir a dónde? – dijo mientras se frotaba contra la almohada. Abrió los ojos y se abrazó al pequeño peluche. – ¡Sí! ¡Claro que quiero!
- Tengo en mente algo pero no estoy seguro de que te apetezca…
- ¿Qué es?
- Pensé que quizá pudiésemos hacer un viajecito para verlos ¿qué te parece?
- ¿A dónde? ¿Cuándo nos vamos?
- África. Tú y yo. Mañana.

miércoles, 11 de mayo de 2011

Más cerca que nunca.

Hace tiempo que ella y José ya no se miran, pero se ven, y eso ya es mucho después de tanto tiempo. A veces echa de menos a ese chiquillo que por un momento le devolvió la ilusión; sus ojos todavía algunos días se abren a las seis de la mañana pero no se atreve a levantarse de la cama, sabe o cree que es mejor así. Cuando se quita las medias siempre se imagina sobre aquella silla, su corazón palpitando en cada zona de su cuerpo, en algunas incluso galopando.
Sale de su casa para hacer la compra, como tantas veces, y mira hacia ese edificio que tantas madrugadas le ha robado el sueño. Trata de concentrarse: “lechuga, tomates, algo de carne…” Y de repente él, sale del portal y camina por la calle sin percatarse de que ella, su Antonia, está más cerca que nunca.


martes, 10 de mayo de 2011

No vuelvas a llamar.

Después de tanto tiempo sigo pensando que tú tuviste que aparecer en mi vida por algún motivo. Fuiste una rosa, el rosal entero, pero ahora cumples a la perfección la definición de espina. Te me has clavado y no puedo sacarte. Lo intenté por todos los medios, me hice sangre, tiré con todas mis fuerzas y lo único que conseguí fue que me dolieras más, echarte más de menos.
Yo siempre fui de dedicarte canciones, tú lo sabes allá donde estés, pero desde que te fuiste parece que todo se ha silenciado, hasta el llanto. Los cantautores me cantan al oído que hay más peces en el mar y yo te juro que busco por todas partes pero no veo la salida de esta pecera.

Rafa Pons nos lo gritó aquella noche y yo no quise creerle:


Supongo que esta canción no suena a primavera,
que más que componerla descompongo pedazos de verdad.
Supongo que debo de estar triste cuando lloro
pero hay cosas que se tienen que hacer solo…
No vuelvas a llamar.

miércoles, 4 de mayo de 2011

Rutina y cine.

¿Cuántos habéis tenido esa sensación de que vuestro cuerpo está vacío y vuestra alma se ha quedado en alguna parte pasada de vuestras vidas? Supongo que ya es pura costumbre ponerme a hablar como si alguien me escuchara, como si un plural fuese a contestar a mis propias preguntas.

Me siento frente a la ventana del salón y rozo levemente la cortina con un dedo mientras escucho de fondo esa película subida de tono que siempre está en mi DVD. ¿Cuánto hace que no miro al exterior? Demasiado tiempo. El baño se ha convertido en un lugar prohibido para asomarse a la calle. Me decido y desplazo la cortina, a fin de cuentas no voy a ver su ventana desde esta habitación. Todo sigue igual que hace tanto tiempo, los mismos transeúntes, el mismo bar vacío.

Vuelvo al sofá y trato de concentrarme en la película. Una rubia está con un tío entrado en años, puede que hasta se atraigan mutuamente, es el típico Richard Gere con la típica jovencita despampanante. Poco a poco empiezo a notar el efecto de este tipo de cine, los pantalones me aprietan, mi respiración se entrecorta y siento unas ganas irrefrenables de acercarme a la televisión. Se escucha el sonido de los botones al desabrocharse y comienzo… Que rutinario es todo sin ti, Antonia.

lunes, 2 de mayo de 2011

Tu pequeño cuerpo a menudo tan grande.


¿Alguien puede mirar esos ojos y no perderse? Yo no.
A través del objetivo he visto pasar muchas miradas. Unas han sido más sinceras y otras, sin embargo, más amargas, unas más cómplices, otras que guardaban más secretos, algunas tenían miedo mientras que otras brillaban con luz propia. Muchas miradas y todas diferentes.
La gente adulta a menudo pierde la magia pero la mirada de un niño es siempre poderosa, te cautiva, te enreda.
¿Cómo puede una personita tan pequeña transmitir tanto? En el fondo creo que los pequeños a menudo son tan grandes que a su lado nosotros, los grandes, nos volvemos minúsculos.

jueves, 28 de abril de 2011

Marearte y quedarte agusto.

Cuando era pequeña solía escribir. Mi madre y yo siempre teníamos esa conversación:

-Amelia, ¿sobre qué escribes?
-Sobre cualquier cosa.
-¿Y a quién le escribes?
-Al que en un futuro tenga mi corazón, por si quiere saber que le estaba esperando incluso antes de que él llegara.

A veces no soporto ni los rayos del Sol, es cierto. Sin embargo son esas veces en la que estoy en la cama, hundida, y tú llegas, me abrazas y das vueltas con tus dedos alrededor de mi ombligo. Entonces parece que con esa caricia el tiempo se para y todo me da igual, mientras sienta ese cosquilleo nada puede dañarme. 
Es por esos instantes que ahora estoy escribiendo otra vez, porque tú trabajas Luis y yo necesito que tus dedos den vueltas en mi ombligo. Porque a veces necesitas marearte y vomitar para quedarte a gusto y tú siempre has sido la persona que me sujeta el pelo para que no me salpique.

miércoles, 27 de abril de 2011

Hoy casi llueve, o casi no.

Ella está en la cama, ya hace unos días que se siente demasiado flaca como para comer. La verdad es que empiezan a notársele los huesos de la cara, hace un tiempo que no duerme todo lo que debería y cuando me la cruzo me dan ganas de abrazarla aunque sé que es mejor que no lo haga.
El otro día me miró con esos ojillos tristes que tiene y me saludó en el rellano:

-Buenos días.
-Buenos días para ti Marlene.
-Para mí nunca son buenos – dijo con una sonrisa triste – pero quizá llueva.
-Sí, hoy casi llueve – le dije esperando que al menos eso la animase.

Creo que lleva días llorando porque no se despega de sus botas de agua. El otro día salió a la calle y todo el portal olía a mar, a agua salada, a sus lágrimas inocentes. Me dio mucha pena, tanta que le dejé una nota en la puerta que decía “sonríe, por favor.”
Al cabo de unas horas había otra nota en mi puerta que decía: “Hoy tampoco ha llovido”

Es una lástima, el otro día se la oía gimotear y desahogarse, porque así está siempre, ahogada en su pasado. Ojala venga pronto quien la salve de esa tortura.

jueves, 14 de abril de 2011

Desvelarnos juntos.

Le miro en plena noche. A veces siento que soy incapaz de dejar de hacerlo, que si me despisto un segundo quizá haya conocido a alguna otra princesa y se haya ido. No puedo dejar de observarle, su boca, su cadera…
Aquí, dormido, conmigo. Me obligo cada vez que me desvelo a controlar mis impulsos de comérmelo a besos. Sólo con rozar su piel de terciopelo le entra un pequeño escalofrío que le pone la carne de gallina, y lo adoro porque entonces sonríe así, sin darse cuenta.
Ahí siempre es cuando él se despierta, me besa y me atrae, me abraza y me sostiene. Damos vueltas en la cama entre arrumacos y, cuando queremos darnos cuenta, estamos otra vez en ese punto.

- Necesitas dormir Edric – le digo entre risas tímidas.
- Dormir es secundario. Tú te desvelas y yo quiero desvelarme contigo.
 
Y después amarse hasta que arda la piel.

martes, 12 de abril de 2011

Simpatizar con la tristeza.


Una despedida es necesaria para volver a reencontrarse.


A fuerza de retratar momentos he llegado a la conclusión de que hay demasiadas personas marchándose y muy pocas volviendo a un hogar. Debería existir un equilibrio y que todo el mundo al llegar a casa se encontrase la luz encendida y un abrazo caliente y reconfortante.
Sin embargo aquí estamos viéndonos partir, siempre ha sido más fácil simpatizar con la tristeza.

martes, 5 de abril de 2011

Mi cordura eres tú.

Luis estaba rodeado de gente que ni siquiera conocía. Hablaban de esas experiencias que se tienen, de cómo la rutina se cuela en las relaciones y solo el amor a tres bandas hace recuperar algo la ilusión. Todo eso le resultaba horrible.

-Perdonad que me meta pero no creo que tengáis razón. ¿Alguno se ha enamorado de verdad? – Hizo una pausa y, cuando uno se disponía a contestar, prosiguió. – No, no hace falta que contestes, lo dudo mucho. Si alguna vez hubieseis amado podríais escuchar el corazón de cualquier chica. Es horrible salir del trabajo y escuchar cosas así mientras yo me muero de ganas de llegar a casa con mi mujer.

Todo se quedó en silencio durante unos minutos en los que Luis iba recordando cada momento vivido con Amelia.

-Lo bueno de lo nuestro es que hasta ahora nunca hemos perdido las ganas de estar juntos, no necesito ningún estímulo distinto de ella. Podría enseñaros lo bien que huele el amor cuando la acorralas en las escaleras y la haces tuya. Podría contaros cómo se esfuma todo lo malo cuando ella sonríe. Podría incluso describiros cómo me siento cada vez que cruzo la puerta de mi casa. Soy afortunado por tener a mi lado a una mujer que lucha por mí cada día y yo poder luchar por ella. Vosotros, que habéis dejado que se evapore todo lo que da sentido a la vida, no podéis saber lo que es amar y a mí eso me da pena.

Los dejó con la palabra en la boca, con sentimiento de culpa y decepción, y se encaminó a casa. Al llegar Amelia estaba recogiendo el salón, tan bella como siempre. Sin mediar palabra se acercó, la besó y la abrazó.

-¿Qué ocurre Luis? ¿Va todo bien?
-El mundo se ha vuelto loco y mi cordura eres tú.

jueves, 31 de marzo de 2011

En blanco y negro.

Se había puesto máscara de pestañas y, aunque ella era bella de por sí, estaba hermosa. Casi podía verla en blanco y negro, como esas instantáneas que resaltan los momentos importantes, que le dan un toque de nostalgia a todo. Si pudiese la habría enmarcado en ese mismo instante.

No estaba triste pero tampoco sonreía, sólo miraba al suelo como cuando estás a punto de levantar la vista con timidez, a punto de enamorar a quien tengas enfrente con una sola mirada. Y fue precisamente así como me miró, de la forma más dulce, con el Canon in D sonando de fondo. Ella es magia, elegancia, belleza, bondad… y ahora está aquí, durmiendo a mi lado. No puedo pedir más.

miércoles, 30 de marzo de 2011

Nadie pregunta.

Paseaba por la calle y me fijé en un niño sentado en las escaleras de un portal, estaba llorando. ¿Cuántos días me había pasado yo así? Supuse que bastantes por el nudo que se me hizo en el estómago.

Normalmente no me meto donde no me llaman, la vida me lo ha enseñado, pero es que a mí nunca nadie me llama así que me senté junto a él, que me miró sin decir nada.

Compartimos el silencio, que ya es mucho más de lo que he compartido con mucha gente, y pasó un rato hasta que el niño se secó las lágrimas, me sonrió y se fue.

Llevo pensándolo desde entonces, espero haberle ayudado. A mí muchas veces me hacía falta que alguien se sentase a mi lado, sin decirme nada, sin preguntarme nada, sólo a mi lado compartiendo el silencio, dando presencia hasta que las lágrimas dejasen de salir.

martes, 29 de marzo de 2011

Vuelven a la misma caja.

Aprendí que no se puede dar marcha atrás, que la esencia de la vida es ir hacia adelante. La vida, en realidad, es una calle de sentido único.   Agatha Christie

Al final, nada es bueno ni malo, o quizá sí pero ya no importa. Distintos puntos de vista hacen mágico este arte. Puedes verlo todo iluminado por la luz o por las sombras, porque incluso ellas iluminan en cierta manera, y si te aventuras a mirar lo profundo de las cosas, de las personas, de la vida… te das cuenta de que todo es un continuo debate entre el bien y el mal pero, una vez terminado el juego, tanto el rey como el peón vuelven a la misma caja.

jueves, 24 de marzo de 2011

Julia.

Hoy el cielo estaba algo triste y llovían carteles, pude ver a una chica arrojándolos al fiero viento desde una ventana. Cuando uno se me estampó en la cara pude leer:

Julia, retratista de todas las caras de una moneda. ¿Cuál quieres ver tú?

Y debajo un teléfono, supuse que el suyo.
Así es ella, primero observa y luego utiliza su ojo mágico para capturarlo todo sin que tú llegues a darte cuenta. Es como esos papeles, volando lejos con el viento, descubriendo quién sabe qué lugares perdidos. Se deja llevar por la corriente y allá donde mira siempre hay belleza. Yo siempre he creído que la belleza va intrínseca en ella, en cada una de sus pestañas. Es algo alocada a veces, pero a mí me gusta.

martes, 22 de marzo de 2011

No podía esperarse otra cosa de mí.

Hoy otra vez,  no podía esperarse otra cosa de mí. Marqué su número y me encontré su cálida voz.

-¡Tomás, qué sorpresa!
-¿Por qué no te vienes a casa?

Ella era la más reciente de mi lista, tan reciente que ni siquiera la había probado. Nos conocimos en un bar; yo tenía la barba de tres días y acababa de pedirme un whisky mientras ella estaba sentada en una de las mesas con una insípida botella de agua. Yo era como un águila pero en ese momento no esperaba encontrarme una presa, si bien es cierto que ella en un principio no parecía ser más que una cría. Tenía una mirada de esas que aseguran que no le amarga un dulce, de las que enganchan, y no voy a negar que a mí me viene bien calmar el sabor amargo que tengo en la boca.

Jacquelinne estaba a punto de llegar así que estiré un poco el edredón, irónico que con tanta mujer rodando entre mis sábanas me vuelva cada vez más friolero. Aún considero necesario causar buena impresión la primera vez que una chica cruza esa puerta, así que me puse los pantalones y abrí un poco las ventanas.
Llegó con el mismo aspecto que tenía en el bar, casi me daba miedo corromper a un ángel sin embargo esa blusa apretada estaba jugando a mi favor. Apenas cerré la puerta a sus espaldas ella dejó todo bien claro:

-Tomás, no me malinterpretes, no suelo presentarme en casa de alguien a la primera de cambio pero intuyo que tú eres diferente.
-Soy peor que muchos pero, al final, no te arrepentirás de haber venido. – La besé con todas mis fuerzas en sus labios naturales y la fui llevando hasta la cama.
-Por favor, trátame bien.
-Como a una princesa.

Esa ropa recatada estaba ocultando demasiado bien sus rasgos. Me deshice de todo menos de ella, de su esencia. Estaba decidido, ese ángel acabaría debatiendo entre cielo e infierno conmigo y yo la convencería de que mojar su ropa interior era mejor que mantener pura su alma.

miércoles, 16 de marzo de 2011

¿Qué es en su vida?

¿Quién no se ha preguntado alguna vez qué es o qué significa para otra persona?
Ella lo hace, por supuesto, y en un primer momento se siente terriblemente insignificante en su vida, no podía ser de otro modo. Sin embargo ahí están los sueños realizados y las noches en vela para recordarle su lugar; al fin y al cabo, no hay mucha gente que renuncie a tantas cosas por alguien.
Se olvidó de la manía que tenía de abrocharse hasta el último botón de la camisa. Se dejó invadir en cuerpo y alma. Se alejó del Sol de mediodía para ver a la Luna cada anochecer desde la cama. Se desvinculó de ojos marrones que le revolvían las entrañas cuando naufragó en sus ojos. Cambió ser solitario y se acostumbró a tenerla a su lado todas las mañanas.
Sí, ella se lo pregunta muchas veces, pero después se da cuenta de todas las cosas que ha hecho por ella, las que cuenta y las que calla… Y sonríe.

miércoles, 9 de marzo de 2011

El hueco de su alma.

Toda la noche en vela, alguna lágrima caía de vez en cuando por sus mejillas, yo calculo que podría haber llenado un vaso enorme.
Esa mañana el sol la había sorprendido, ensimismada, mirando la palma de su mano. Hacía mucho tiempo que no reparaba en aquella cicatriz, no era más que un punto pero había hecho un hueco enorme en su vida. Había pasado tantas noches acariciando ese mismo punto como días doliéndole su amargura. Trataba de calmar su piel calmando su alma pero no había sido capaz, de vez en cuando se ponía una tirita para que los males no salieran.

Aquel día de los santos inocentes cambió su vida, al fin y al cabo ni los Santos son tan Santos, ni los inocentes tan buenos.

-Marlene, ¿me das la mano?
-Sí, claro. – dijo tímidamente la pequeña.
En un instante sus preciosas botas se habían teñido de rojo y aquel niño, riéndose a carcajadas, la dejó con aquella chincheta en el centro de su mano.
-¿Quién iba a querer darte la mano?

Lloró entonces y llora ahora, y lo seguirá haciendo. Desde entonces no le había dado la mano a nadie, la cicatriz la advertía y en parte la cuidaba para que nadie volviera a abrir aquella vieja herida. Una puñalada en el centro de la línea de la vida, como algunos la llaman; una vida que le había sido cortada a la mitad. 
Esta vez no hubo vaso que contuviese aquellas lágrimas, ni tirita que frenase a sus demonios, ni noche eterna que la hiciese dormir. Debía de ser profunda la tristeza, y por desgracia a ella le pasa, muy a menudo.

viernes, 4 de marzo de 2011

Respirar.

Después de la tormenta siempre llega la calma, al menos eso dicen.

He pasado las dos últimas noches sin dormir, tan solo mirándola; no puede haber nada más bello. Sólo con pensar en la fuerza que sacó de sí misma, con el miedo que le da perderse ahí fuera, me dan escalofríos. Ya me lo había dicho en alguna ocasión: “Si yo me pierdo y tú no me encuentras…”
Yo siempre le contestaba lo mismo: “Te encontraría allá donde fueras. Tengo un radar que me dice dónde están todas tus sonrisas y hacia dónde se escapan tus lágrimas.”. Sin embargo, me he dado cuenta de que ella es ese radar, mi radar, y si se va… lo pierdo todo.

-¿En qué piensas?- dijo Nayla mientras se frotaba contra su pecho, desperezándose.
-No vuelvas a hacerlo por favor, no vuelvas a irte. Da igual cuantas veces lo pronuncies.
-Ya no hay problema, te quiero, y aunque lo demuestre, ahora decirlo es tan fácil como respirar.

miércoles, 2 de marzo de 2011

Bajo la tormenta.

Entró en casa y sólo se escuchaba el silencio, le dio mala espina y recorrió toda la casa tratando de encontrarla. En la habitación, sobre la cama, una carta llevaba su nombre.

Querido Edric:
No, no te he abandonado, sabes que sería incapaz; sin embargo me veo en el deber de dejarte tu espacio, aunque sea por unas horas. Ha llegado un punto en el que siento que necesito verte a mi lado todas las mañanas, ver tu sonrisa cuando llegas del trabajo y nos reencontramos, sentir tus caricias mientras lees el periódico en el sofá… Ha llegado ese momento y yo necesito ponerme a prueba.
Te preguntarás que tiene todo eso de malo. Nada, por supuesto, pero he de intentar dar el paso. Quiero que se me clave tan dentro no tenerte que me duela y así, quizá, pueda decirte que te quiero todas las veces que tú te mereces.
Volveré. Probablemente en cuanto cruce la puerta ya me haya arrepentido así que espero que pronto vuelva a estrecharte entre mis brazos. Sí, será pronto, muy pronto; ya sabes que no soporto pasar la noche alejada de ti.

Se guardó la carta en el bolsillo de la chaqueta y miró por la ventana, llovía demasiado así que agarró el paraguas y fue corriendo hasta la puerta. Se la encontró empapada de pies a cabeza.

-¡Nayla! ¿Dónde has estado?
-Te quiero. – dijo tiritando – Te quiero Edric.

Nay había salido en plena tormenta para conseguir decirle que le quería, a pesar de demostrárselo continuamente. La cogió en brazos y la llevó hasta el sofá donde la tapó de pies a cabeza.

-¿Por qué lo has hecho?
-Necesitaba decírtelo, tú te lo mereces.
-Te lo agradezco, y mucho, pero me lo demuestras todos los días. No había necesidad de irse a quién sabe dónde.
-En realidad estaba en un banco del parque desde el que veo perfectamente el edificio. Llevo allí varias horas y en cuanto te vi entrar me entristecí por no estar en casa para darte la bienvenida. Lo siento cariño, de verdad.
-Eres adorable. Ahora que ya estamos juntos… Por favor, dímelo otra vez.
-Te quiero Edric.

jueves, 24 de febrero de 2011

Tus ausentes carnes

Hoy me he asomado a la ventana en plena noche, hacía tanto que no lo hacía… Ya no pienso en ti, o al menos no como antes. Supongo que ahora las cosas te irán mejor o que tu marido ha empezado a valorar lo que tiene, también puede ser que te dé vergüenza mostrarme tu cuerpo, o tal vez tu alma. El caso es que hoy yo he seguido con el ritual, como si nada o como si tal cosa, me he tocado y no he podido reventar porque faltabas tú…
Han llegado cada día desde que tú dejaste de aparecer y me piden algo que ya no puedo darles; quién me lo iba a decir a mí, yo sin querer saber nada de sexo. Y es que me piden ese algo que tú no me has dejado darte, y te aseguro que me hubiese encantado perderme entre tus carnes. ¿De qué sirve que mi cuerpo se encaje en sus entrañas? ¿De qué vale que griten y suspiren en mi cama si me aterra quedarme a solas con cualquiera de ellas? No saben que cuando me hinco en sus rincones solo pienso en ti. Debo empezar a tomar las riendas de mi vida, como antes de mudarme a este piso. Mezclaba sus sudores con mi piel, todos los sabores los hacía míos, y me encantaba, sin embargo no he vuelto a asomarme entre sus piernas. ¿Qué me has hecho mujer? No pienso en ti como antes, lo sé, ahora quizá sea peor. Te echo de menos Antonia.

lunes, 21 de febrero de 2011

Poetas de la desgracia, supongo.

Es tan corto el amor y tan largo el olvido…

Sigo sin poder olvidar tu aroma y te aseguro que me gustaría. Ahora el único sabor que relaciono con tus labios es el amargo que me dejaste con tu último beso.

- Pablo, lo siento pero no me das todo lo que necesito y él sí.

¿Él? ¿Quién era él? Me gustaría saberlo aunque probablemente ya no se encuentre entre las llamadas recientes de tu teléfono móvil, al fin y al cabo eso es lo que has hecho siempre.

martes, 15 de febrero de 2011

Tus detalles.

- ¿Qué fue lo que te enamoró de mí? – le preguntó Amelia mientras desayunaban.
- Tus detalles.
- ¿Cómo cuáles? – arrugó la nariz mientras quitaba el papel a una magdalena.
- Precisamente cosas como esta; te concentras para quitarle el papel a mis magdalenas y sin embargo luego tú te comes una tostada. – Luis sabía la importancia que le daba ella a las cosas pequeñas.
- ¿Y si yo no le quitase el papel a tus magdalenas? ¿Seguirías enamorado de mí entonces?
- Sí, sin ninguna duda. El día que nos conocimos no le habías quitado el papel a mis magdalenas y sin embargo algo en ti me decía que no debía dejarte marchar.

Desayunaron entre arrumacos, recogieron la mesa y salieron a comprar, paraguas en mano.

- ¿Crees que pronto será?
- Seguro, tienes unos ojos de mamá inconfundibles.

jueves, 3 de febrero de 2011

Con un toque de canela

Hermes, hoy he ido al mercado a comprar canela en rama. Le da un toque de alegría a la casa, se impregnan las paredes y se me cuela tan dentro que no deja que nada me ponga tan triste. Solía comprarla cada semana pero al estar tan debilucho no quería que te pasase nada; ahora ya tienes fuerzas para revolotear por toda la casa, no es mala señal. El caso es que caminando entre los puestos he recordado aquello de “al mal tiempo, buena cara” y no veas tú lo bien que me he sentido. Será por la canela…

Os mando un poquito de alegría.

lunes, 31 de enero de 2011

Princesa destronada.

Iba vestido con una armadura que le quedaba demasiado grande como para encajar en aquel traje de héroe, pero se le veía capaz. Sobre su frente, aquellos rebeldes mechones castaños empapados en sudor hacían más que evidente la batalla que había librado contra dragones y perros mosqueteros; siempre ha sido de los que hacen de un pequeño bombón una isla de chocolate en la que mantenerse a flote, así que también podía convertir a un perro mosquetero en un cruel villano.
Así le veía yo después de atravesar esa puerta de una patada. Mi héroe, con su pecho moviéndose tratando de conseguir el aire necesario para dar el siguiente paso, avanzaba hacia la cama en la que, dulcemente, dormía su princesa. Y allí estaba ella, tan rubia, tan bella.

-Buenos días princesa – dijo Edric con su dulce voz – comienza otro nuevo día.

 


Lamentablemente yo no era su princesa en ese sueño, pero podía sonreír porque después de toda pesadilla siempre estaba él para desearme un gran día y demostrarme que seguía siendo su princesa.

jueves, 20 de enero de 2011

Río por el frío.

Son eternos los días sin ti, princesa destronada. Decidiste marcharte de mi cuento y me gustaría saber… ¿Cómo reino ahora sin ti? Porque a pesar de tu veneno aún necesito de tus besos, de tu compañía, aunque ni siquiera sepas que sigo entre tus brazos cada noche en la distancia. De todas formas, ya hace muchos días que te fuiste, quien sabe la de nombres que habrán pasado entre tus piernas.

¿Cómo era aquella canción que tanto te gustaba?

Ruido me machaca y se me clava en los oídos cada vez que me faltas.
Finos son tus dedos los que mueven mis hilos, los que a veces me atan.
Vivo pero me muero cada vez que te has ido y me has dejado sin nada.
Río y si me acuerdo de ti es por que el frío me aconseja que lo haga.

Pues eso, por desgracia.