Quise mantener en el tiempo esa mirada pero no pude, supongo
que las cosas bonitas están hechas para no durar. No voy a marcar tu teléfono
ni a oler la poca ropa que dejaste aquí, me niego. Demasiadas veces todo eso no
ha servido para nada y esta no va a ser una excepción. ¿Quién sabe? Puede que
dentro de un tiempo vuelvas a asomarte por aquí y yo como siempre te reciba con
una tostada y dos besos, porque al fin y al cabo todo el mundo sabe que el
mejor sitio para la mermelada es tu piel.
Siempre te vas y siempre vuelves, como si supieses que me he
quedado aquí esperándote día tras día, como si tuvieras la seguridad de que
siempre dejo la puerta entreabierta por si acaso, como si te imaginaras que
todas las mañanas preparo desayuno para dos y que tu sitio jamás lo ocupará
nadie por mucho tiempo que lo dejes vacío. Pero por una vez me voy a permitir soñar que no, que no vas
a volver, y así cuando vuelvas quizá me veas distinta y quieras quedarte.
El pasado está hecho para dejarlo en el recuerdo.
ResponderEliminarLo malo es cuando el recuerdo se empecina en regresar, y regresar, y regresar...
Saludos
J.