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miércoles, 27 de abril de 2011

Hoy casi llueve, o casi no.

Ella está en la cama, ya hace unos días que se siente demasiado flaca como para comer. La verdad es que empiezan a notársele los huesos de la cara, hace un tiempo que no duerme todo lo que debería y cuando me la cruzo me dan ganas de abrazarla aunque sé que es mejor que no lo haga.
El otro día me miró con esos ojillos tristes que tiene y me saludó en el rellano:

-Buenos días.
-Buenos días para ti Marlene.
-Para mí nunca son buenos – dijo con una sonrisa triste – pero quizá llueva.
-Sí, hoy casi llueve – le dije esperando que al menos eso la animase.

Creo que lleva días llorando porque no se despega de sus botas de agua. El otro día salió a la calle y todo el portal olía a mar, a agua salada, a sus lágrimas inocentes. Me dio mucha pena, tanta que le dejé una nota en la puerta que decía “sonríe, por favor.”
Al cabo de unas horas había otra nota en mi puerta que decía: “Hoy tampoco ha llovido”

Es una lástima, el otro día se la oía gimotear y desahogarse, porque así está siempre, ahogada en su pasado. Ojala venga pronto quien la salve de esa tortura.

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