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miércoles, 10 de noviembre de 2010

Nunca había notado su cama tan vacía.

Hace una semana que no sé nada de ella. Puede que se haya cansado ya de todo esto o de mí, o quizá su marido ahora le haga el caso que ella se merece, quién sabe. El caso es que yo la echo de menos pero creo que va siendo hora de tomar la sartén por el mango. Compraré cortinas, eso me ayudará a pasar página; y debo tomarme enserio a otras mujeres, aunque en comparación con Antonia todas me parezcan niñas…

- ¿Tomás?
- Sí, ya voy. – Le contesta mientras se termina el café.
- ¡Por Dios! ¿No crees que estás tardando demasiado?
- ¿Acaso me echas de menos nena?

Claudia era una chica corriente, probablemente por eso él se comportaba con ella como cualquier tío más. A pesar de que Antonia le había llegado muy dentro no había dejado sus veintitantos, y eso quiere decir que cada noche había una mujer en su cama. La última vez que le rompieron el corazón hizo una lista con todas las mujeres que había conocido y fue tachando de ella a aquellas que no quería volver a ver y añadiendo a aquellas otras que iba conociendo. Treinta chicas, una para cada día del mes, y algunos meses incluso le sobraba un día en el que se permitía el placer de estar solo. A medida que, por algún motivo, una mujer salía de esa lista, otra entraba.
De Claudia le gustaban sus pechos firmes, pequeños pero a la espera; tenían la medida perfecta para algún mordisco de vez en cuando. Y sus labios, que mientras le hacía el amor se ponían de un color rojo intenso. Tenía la impresión de que era de las pocas chicas que aun pensaban que podía salir algo serio de todo aquello.

- ¡Venga Tomás! Si no vienes ya, voy a llamar a otro.

Sabía que no era verdad, Claudia nunca tenía a ningún otro esperando. Se pasaba los días añorando una llamada suya y por las noches, cuando no sabía nada de él, se tocaba para intentar sentirle. Era adorable, a sus veinte años todavía creía en el príncipe azul, aunque ignoraba que Tomás no era ni siquiera de color gris. A veces se odiaba a sí mismo por penetrarle el alma, porque en el fondo era consciente de que con el tiempo todas guardarían un mal recuerdo de él… Salvo Antonia, o eso le gustaba pensar. Y con ese pensamiento atravesó la puerta de su cuarto, sabiendo que volvería a atentar contra aquella chica que le subía algo más que la moral pero no lo suficiente como para quedarse hasta mañana.
Su cama nunca había estado tan vacía.

2 comentarios:

  1. Me gustó mucho el texto... la historia:)
    Gracias por pasarte cada día por mi blog, por comentar, de verdad me anima mucho ver que a la gente le gustan mis textos.
    Yo te sigo, espero leer cosas tan buenas como esta^^ Un beso:)

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  2. hola mi niña! el texto como siempre precioso, es un verdadero placer poder leer cada día una parte mas de la vida de alguien. gracias por todo!! ay sentimientos que no se pueden expresar por palabras, y el orgullo que te entra cuando lees que escriben cosas para ti es uno de esos sentimientos que no puedes expresar, pero se que es algo reciproco así que me entiendes.
    Intentare ir a verte mas a menudo... hoy no era un día especialmente bueno, y no me gusta no darte todo lo que te mereces.. pero ahora ya estoy mas alegre.. y sigue habiendo días en los que soy yo,, la de siempre,, la misma loca!!! te quiero!!! siempre leo todo lo que escribes y lo seguiré haciendo! GRACIAS!! luchare cada día por no dejar de cumplir la definición de amiga... te quiero!

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