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lunes, 8 de noviembre de 2010

Día de feriantes.

Le encanta ir por las fiestas de los pueblos; ve todos esos niños con sus ojos centelleantes tratando de convencer a sus padres para que les compren un globo y no puede evitar sonreír. A Nayla le gustaban esas cosas; corría como si fuese una chiquilla hacia los puestos de algodón de azúcar y, con un dedo sobre los labios, meditaba durante largo rato sobre que color le apetecía más comerse; todo le sabe a feria, el algodón de azúcar, las almendras garrapiñadas, las manzanas de caramelo… Se lo come siempre a bocados enormes, como si se quisiese tragar el mundo, y se ríe a carcajadas mientras los niños que no han convencido a sus padres la miran con odio. A Edric le gusta verla así, como una chiquilla, saltando de puesto en puesto y risueña entre todas esas luces de neón. Siempre, antes de irse a casa, buscan a uno de esos vendedores de globos de Helio que van con su bombona a cuestas y allí pasan otros cinco minutos mientras ella elige si prefiere adoptar una estrella, un Pokemon descolorido ya por el olvido o un unicornio entre otros muchos.
Mientras vuelven en coche a casa ella siempre le dice lo bonito que es su globo y lo mucho que lo va a cuidar para que dure para siempre. A menudo, cuando adopta una estrella, le cuenta que las estrellas del cielo le cogen más cariño por cuidar a aquellas que se han perdido en la Tierra. Ya en casa, ata el globo a la silla de su cuarto y se pone rápidamente esa camiseta vieja que le sirve de pijama para esperarlo en la cama. Le encanta el momento en el que se abrazan bajo las sábanas y  comienzan a jugar boca contra boca; un juego en el que, aunque fuera estén varios grados bajo cero, acaban piel con piel en una cama que rara vez baja de los treinta grados porque se aman, se envuelven y se aproximan hasta volverse niños, hasta empaparse de felicidad.
Edric no le quita ojo, le gusta ver como pasa de niña a mujer con sólo meterse en la cama y de mujer a niña cuando ambos explotan, y cuando todo acaba se queda allí acariciándole el pelo mientras hablan:
- Me encantan los días de fiesta contigo. Por las mañanas te afeitas y me preparas el desayuno con esas magdalenas rellenas de chocolate que tanto te gustan y, a lo largo del día, siempre tienes un ratito para llevarme al cielo.
- Te llevaría al cielo todas las veces que me dejases.
- Mañana, si no llueve, podemos ir a saltar piedras ¿verdad?
- Sí Nay, y te amaré en cada piedra que saltes.

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