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lunes, 13 de diciembre de 2010

Bonita, no me llores.

- Hermes pareces triste y hace dos horas que no comes nada, si sigues así vas a ponerte enfermo, y no hay nada peor que enfermar de tristeza. – Miró por la ventana. Las calles centelleaban y se veían bolsas por todas partes acompañadas por sonrisas rasgadas por el frío. – Todo está lleno de luces, árboles y bufandas. Mis padres no solían adornar la casa en estas fechas porque decían que no había nada que celebrar. A mí me gusta pasear y verlo todo tan alegre; me parece fascinante ver como puede haber gente sufriendo tanto y que sacan una sonrisa al ver parpadear esos cientos de luces. Creo que se podría dejar el aroma navideño todo el año pero, como todo, acabaría perdiendo su magia. Sin embargo a mí me trae malos recuerdos; por mucho que quiera salir a pasear mis botas de agua no me quitan el frío. Todavía puedo sentir sus manos rozándome el pelo mientras me decía “Marlene, esto es lo que tienes que aprender preciosa.” – Rompió a llorar sin poder evitarlo mientras Hermes la miraba tiritando, esos recuerdos todavía le dolían. Al levantar la cabeza se secó las lágrimas y trató de sonreír. – Perdóname Hermes, no quería ponernos tristes.

¿Tú también te pones triste?

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