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miércoles, 30 de marzo de 2011

Nadie pregunta.

Paseaba por la calle y me fijé en un niño sentado en las escaleras de un portal, estaba llorando. ¿Cuántos días me había pasado yo así? Supuse que bastantes por el nudo que se me hizo en el estómago.

Normalmente no me meto donde no me llaman, la vida me lo ha enseñado, pero es que a mí nunca nadie me llama así que me senté junto a él, que me miró sin decir nada.

Compartimos el silencio, que ya es mucho más de lo que he compartido con mucha gente, y pasó un rato hasta que el niño se secó las lágrimas, me sonrió y se fue.

Llevo pensándolo desde entonces, espero haberle ayudado. A mí muchas veces me hacía falta que alguien se sentase a mi lado, sin decirme nada, sin preguntarme nada, sólo a mi lado compartiendo el silencio, dando presencia hasta que las lágrimas dejasen de salir.

4 comentarios:

  1. el silencio ayuda más que las palabras al azar :)
    precioso!

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  2. sí que ayuda :)
    es cierto, cerré durante un tiempo el blog, y lo he vuelto a abrir, había perdido la sensación de escribir como en casa en él, últimamente me obsesiona un poco esa palabra, casa, y es como si no le encontrase ni las puertas ni las ventanas, pero hoy, no sé, ha vuelto el sol, todo parece más ordenado, ayer atiborré mi casa (oficial) de incienso y velas aromáticas, y respiro mejor :)

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