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martes, 4 de enero de 2011

Me pierdo por ella.

Tenía las mejillas sonrosadas, la vi arquear la espalda y salió niebla de sus labios en un largo suspiro. Fue entonces y no antes cuando saboreé cada una de sus pestañas, cada milímetro de sus dulces pecas; rompió a reír a carcajadas porque ese era su punto débil, después de hacerle el amor le encanta que quiera comérmela a besos, y a mí también. Se enrolló en las sábanas dejándome al frío aroma de enero después de haber nevado y se rió tímidamente de mis evidentes ganas de envolverme en sus carnes de nuevo, como si tuviera posibilidad alguna de resistirme a sus encantos y, como siempre, volvimos a querernos, a saborearnos.

- Nay, eres perfecta.
- Eres tú que me ves con buenos ojos.
- Estoy enamorado pequeña.


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