Visitas

jueves, 28 de octubre de 2010

Sin ella él tiene tanto frío...


-¿Por qué? Eso me gustaría saber. ¿Por qué, desde que no estás, la vida no tiene color? ¿Por qué desde que decidiste marcharte todo es diferente? No se como pudiste dejarme solo después de todo lo que hice, lo que hicimos. ¿Acaso yo no era suficiente para ti? ¿No te hacía feliz? ¿No te di ni un solo motivo para luchar? Sí, quizá fue eso; probablemente no estuve contigo cuando más me necesitabas, o puede que nunca fuese lo que tú querías. De todas maneras podrías habérmelo dicho, así por lo menos no tendría que darle más vueltas. Creo que jamás comprenderás el daño que me has hecho y sin embargo aquí sigo, día tras día, contándote lo mucho que me dueles, y lo mucho que te amo. Sí, dueles mucho, tanto como el primer día que pasé sin ti; sigo sin poder pegar ojo por las noches. Aún guardo la nota que me escribiste la primera noche que dormimos juntos:
“Volveré. Nada podrá separarnos más de unas horas.
Te quiero tanto…”
Y volviste, sí, claro que volviste, pero no de la manera que a mí me hubiese gustado, podría asegurar que ni siquiera tú querías que pasase esto. Sin embargo te fuiste, y no me dejaste opción a devolverte ese te quiero y esa noche se convirtió no sólo en la primera que pasamos juntos sino también en la última. Creo que no pido tanto, sólo me gustaría que volvieses otra vez, ni siquiera me dio tiempo a decirte que quería pasar el resto de mi vida contigo. Dejaste de luchar. ¿Por qué? Tendrías que haber abierto los ojos aunque sólo fuese una vez para ver que yo estaba allí, a tu lado. Tú sabes la fobia que me dan los hospitales y fui capaz de entrar por ti, ¡POR TI! ¿Acaso eso no significó nada? Tendrías que haber vuelto conmigo para consolarme por todo aquel olor a enfermedad y a tristeza. – Se levantó del suelo y gritó- ¡Me lo prometiste! ¡Juraste que jamás me dejarías solo! – Tras un tiempo de silencio, cuando se calmó un poco, añadió – Espero que allá donde te encuentres me estés esperando. Te amo; seguro que lo sabes.

Hace frío y él sigue allí, como tantas otras veces, día tras día. Parece un alma en pena, varias personas incluso se le han acercado pero ni siquiera se ha molestado en mirarlas.
Él siempre tiene los ojos inmersos en sus lágrimas, en aquellas palabras grabadas en granito:
DESCANSA EN PAZ

Pídele a la Luna que te traiga hasta mí.

1 comentario:

  1. Querida Lorena, tu publicación no dejará a nadie indiferente. Me ha impresionado leerla, pero no me ha sorprendido. Es muy cierto que ciertos sentimientos traspasan las barreras más importantes de la vida como lo es la propia muerte. Me ha parecido un tema muy interesante y aunque triste...una entrada prendada de buenos sentimientos. Un cordial saludo amiga bloguera

    ResponderEliminar