Visitas

jueves, 26 de mayo de 2011

Lo más bonito que he visto en mi vida.

El día anterior preparó la maleta corriendo y lo primero que metió en ella fueron sus tiritas de elefantes. Llevaba queriendo hacer este viaje desde poco después de conocerla pero no pensé que fuese a hacerle tanta ilusión.
En el avión se puso su gorro de safari, quizá creyese que iba a ver elefantes nada más pisar tierra porque, en cuanto lo hizo, puso unos morros enormes. Fuimos al hotel y al cabo de unas horas conseguimos apuntarnos a una de esas excursiones típicas para turistas. Después de unos kilómetros se puso en pie y gritó:

-¡Están allí Edric! ¿Los ves? ¡Allí! ¿No te parecen bonitos?
-Muy bonitos princesa – aunque yo estaba más pendiente de su cara - ¿te gustan?
-Es el mejor regalo que nadie podría haberme hecho. Sólo podías ser tú. Soy tan feliz…

Sonreía con todas sus fuerzas y no paraba de señalar hacia cualquier rincón. Sí, era feliz y se notaba. Se sentó sobre mis rodillas y pasó el resto del viaje abrazándome mientras observaba aquel mágico lugar.
Sensación de plenitud, eso es lo que sentí en aquel instante. Nayla estaba preciosa con toda esa magia dentro; inclinada sobre el borde del vehículo, saltando de un lado para otro, haciendo fotos cada vez que podía… Libre, conmigo.

martes, 24 de mayo de 2011

Dejar que pase el tiempo.



Con el tiempo voy aprendiendo que la mañana te ayuda a ver las cosas con claridad. Sí, lo que antes dolía mucho hoy es sólo una caricia y duele mucho menos.
Para todo necesitamos tiempo. Tiempo para encontrar la calma, para volver a casa, para tomar decisiones, para disfrutar el momento. Tiempo, para contarle a un niño un cuento, para valorar lo que vas haciendo, para parar si vas corriendo, para sacar tus conclusiones. Necesitamos tiempo para respirar, tiempo para reír, tiempo para llorar, tiempo para perder el tiempo…
Se necesita tiempo para todo y lo único que no tenemos es eso… Tiempo.



martes, 17 de mayo de 2011

Viaje hacia los sueños.

-  ¿Quieres ir a verlos? – le susurró Edric para despertarla.
- ¿Ir a dónde? – dijo mientras se frotaba contra la almohada. Abrió los ojos y se abrazó al pequeño peluche. – ¡Sí! ¡Claro que quiero!
- Tengo en mente algo pero no estoy seguro de que te apetezca…
- ¿Qué es?
- Pensé que quizá pudiésemos hacer un viajecito para verlos ¿qué te parece?
- ¿A dónde? ¿Cuándo nos vamos?
- África. Tú y yo. Mañana.

miércoles, 11 de mayo de 2011

Más cerca que nunca.

Hace tiempo que ella y José ya no se miran, pero se ven, y eso ya es mucho después de tanto tiempo. A veces echa de menos a ese chiquillo que por un momento le devolvió la ilusión; sus ojos todavía algunos días se abren a las seis de la mañana pero no se atreve a levantarse de la cama, sabe o cree que es mejor así. Cuando se quita las medias siempre se imagina sobre aquella silla, su corazón palpitando en cada zona de su cuerpo, en algunas incluso galopando.
Sale de su casa para hacer la compra, como tantas veces, y mira hacia ese edificio que tantas madrugadas le ha robado el sueño. Trata de concentrarse: “lechuga, tomates, algo de carne…” Y de repente él, sale del portal y camina por la calle sin percatarse de que ella, su Antonia, está más cerca que nunca.


martes, 10 de mayo de 2011

No vuelvas a llamar.

Después de tanto tiempo sigo pensando que tú tuviste que aparecer en mi vida por algún motivo. Fuiste una rosa, el rosal entero, pero ahora cumples a la perfección la definición de espina. Te me has clavado y no puedo sacarte. Lo intenté por todos los medios, me hice sangre, tiré con todas mis fuerzas y lo único que conseguí fue que me dolieras más, echarte más de menos.
Yo siempre fui de dedicarte canciones, tú lo sabes allá donde estés, pero desde que te fuiste parece que todo se ha silenciado, hasta el llanto. Los cantautores me cantan al oído que hay más peces en el mar y yo te juro que busco por todas partes pero no veo la salida de esta pecera.

Rafa Pons nos lo gritó aquella noche y yo no quise creerle:


Supongo que esta canción no suena a primavera,
que más que componerla descompongo pedazos de verdad.
Supongo que debo de estar triste cuando lloro
pero hay cosas que se tienen que hacer solo…
No vuelvas a llamar.

miércoles, 4 de mayo de 2011

Rutina y cine.

¿Cuántos habéis tenido esa sensación de que vuestro cuerpo está vacío y vuestra alma se ha quedado en alguna parte pasada de vuestras vidas? Supongo que ya es pura costumbre ponerme a hablar como si alguien me escuchara, como si un plural fuese a contestar a mis propias preguntas.

Me siento frente a la ventana del salón y rozo levemente la cortina con un dedo mientras escucho de fondo esa película subida de tono que siempre está en mi DVD. ¿Cuánto hace que no miro al exterior? Demasiado tiempo. El baño se ha convertido en un lugar prohibido para asomarse a la calle. Me decido y desplazo la cortina, a fin de cuentas no voy a ver su ventana desde esta habitación. Todo sigue igual que hace tanto tiempo, los mismos transeúntes, el mismo bar vacío.

Vuelvo al sofá y trato de concentrarme en la película. Una rubia está con un tío entrado en años, puede que hasta se atraigan mutuamente, es el típico Richard Gere con la típica jovencita despampanante. Poco a poco empiezo a notar el efecto de este tipo de cine, los pantalones me aprietan, mi respiración se entrecorta y siento unas ganas irrefrenables de acercarme a la televisión. Se escucha el sonido de los botones al desabrocharse y comienzo… Que rutinario es todo sin ti, Antonia.

lunes, 2 de mayo de 2011

Tu pequeño cuerpo a menudo tan grande.


¿Alguien puede mirar esos ojos y no perderse? Yo no.
A través del objetivo he visto pasar muchas miradas. Unas han sido más sinceras y otras, sin embargo, más amargas, unas más cómplices, otras que guardaban más secretos, algunas tenían miedo mientras que otras brillaban con luz propia. Muchas miradas y todas diferentes.
La gente adulta a menudo pierde la magia pero la mirada de un niño es siempre poderosa, te cautiva, te enreda.
¿Cómo puede una personita tan pequeña transmitir tanto? En el fondo creo que los pequeños a menudo son tan grandes que a su lado nosotros, los grandes, nos volvemos minúsculos.