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jueves, 24 de febrero de 2011

Tus ausentes carnes

Hoy me he asomado a la ventana en plena noche, hacía tanto que no lo hacía… Ya no pienso en ti, o al menos no como antes. Supongo que ahora las cosas te irán mejor o que tu marido ha empezado a valorar lo que tiene, también puede ser que te dé vergüenza mostrarme tu cuerpo, o tal vez tu alma. El caso es que hoy yo he seguido con el ritual, como si nada o como si tal cosa, me he tocado y no he podido reventar porque faltabas tú…
Han llegado cada día desde que tú dejaste de aparecer y me piden algo que ya no puedo darles; quién me lo iba a decir a mí, yo sin querer saber nada de sexo. Y es que me piden ese algo que tú no me has dejado darte, y te aseguro que me hubiese encantado perderme entre tus carnes. ¿De qué sirve que mi cuerpo se encaje en sus entrañas? ¿De qué vale que griten y suspiren en mi cama si me aterra quedarme a solas con cualquiera de ellas? No saben que cuando me hinco en sus rincones solo pienso en ti. Debo empezar a tomar las riendas de mi vida, como antes de mudarme a este piso. Mezclaba sus sudores con mi piel, todos los sabores los hacía míos, y me encantaba, sin embargo no he vuelto a asomarme entre sus piernas. ¿Qué me has hecho mujer? No pienso en ti como antes, lo sé, ahora quizá sea peor. Te echo de menos Antonia.

lunes, 21 de febrero de 2011

Poetas de la desgracia, supongo.

Es tan corto el amor y tan largo el olvido…

Sigo sin poder olvidar tu aroma y te aseguro que me gustaría. Ahora el único sabor que relaciono con tus labios es el amargo que me dejaste con tu último beso.

- Pablo, lo siento pero no me das todo lo que necesito y él sí.

¿Él? ¿Quién era él? Me gustaría saberlo aunque probablemente ya no se encuentre entre las llamadas recientes de tu teléfono móvil, al fin y al cabo eso es lo que has hecho siempre.

martes, 15 de febrero de 2011

Tus detalles.

- ¿Qué fue lo que te enamoró de mí? – le preguntó Amelia mientras desayunaban.
- Tus detalles.
- ¿Cómo cuáles? – arrugó la nariz mientras quitaba el papel a una magdalena.
- Precisamente cosas como esta; te concentras para quitarle el papel a mis magdalenas y sin embargo luego tú te comes una tostada. – Luis sabía la importancia que le daba ella a las cosas pequeñas.
- ¿Y si yo no le quitase el papel a tus magdalenas? ¿Seguirías enamorado de mí entonces?
- Sí, sin ninguna duda. El día que nos conocimos no le habías quitado el papel a mis magdalenas y sin embargo algo en ti me decía que no debía dejarte marchar.

Desayunaron entre arrumacos, recogieron la mesa y salieron a comprar, paraguas en mano.

- ¿Crees que pronto será?
- Seguro, tienes unos ojos de mamá inconfundibles.

jueves, 3 de febrero de 2011

Con un toque de canela

Hermes, hoy he ido al mercado a comprar canela en rama. Le da un toque de alegría a la casa, se impregnan las paredes y se me cuela tan dentro que no deja que nada me ponga tan triste. Solía comprarla cada semana pero al estar tan debilucho no quería que te pasase nada; ahora ya tienes fuerzas para revolotear por toda la casa, no es mala señal. El caso es que caminando entre los puestos he recordado aquello de “al mal tiempo, buena cara” y no veas tú lo bien que me he sentido. Será por la canela…

Os mando un poquito de alegría.