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martes, 21 de diciembre de 2010

Neruda volvió a asomarse esta noche.

Traté de impedirlo pero sucedió y la lluvia comenzó a mojar la ventana cuando empecé a escribirte de nuevo. He intentado controlarme pero no hay forma; vuelvo a lo mismo, a escribirte cosas que ya no puedo decirte y que nunca quisiste escuchar. ¿Y si llamases a mi puerta en este instante? ¿Y si volvieses para acunarte entre mis brazos? Pero no, eso no va a suceder; te marchaste con tu aire de niña-mujer, quién sabe ya dónde estarás, o con quién.
No queda más remedio que seguir, aunque se me rompa el alma en cada paso, aunque tenga que arrastrarme para conseguirlo. Sí, ya lo dijo el maestro:

Ansiedad que partiste mi pecho a cuchillazos,
es hora de seguir otro camino, donde ella no sonría.

lunes, 20 de diciembre de 2010

Gold Cuvée.

Entré por la puerta después de mi último día de trabajo; empezaban unas vacaciones que necesitábamos los dos. Apenas me dio tiempo a cerrar la puerta y una muchacha impaciente comenzó a tirar de mí con todas sus fuerzas.

-¡Ven, corre! – decía con su vocecilla inquieta, se le clavaba la ilusión en los costados y sonreía como si se le fuesen a rasgar las comisuras. Había preparado bandejas con turrón de todos los colores, bombones y luces, muchas luces. - ¿Te gusta?
-Es precioso cariño, siempre consigues que todo sea más bonito de lo que ya lo es a tu lado. - ¿Qué podía decirle? Tenía un don para hacer que las cosas luciesen con un sentimiento especial y me miraba con esos ojos que hacían imposible negarle nada.
-Y ahora brindemos, tengo una botella fría en la nevera que te va a sorprender. – Fue dando saltitos por la cocina, con los pies descalzos como siempre, y volvió con una botella que no había visto en mi vida. – Gold Cuvée champán con oro de 22 kilates.
-Pero Nay… ¡Eso ha tenido que costarte una barbaridad! Además a ti no te gusta el champán.
-Hoy sí, además a ti te encanta y esto tiene que ser especial. – Me agarró de la mano y me condujo hasta el cuarto de baño; todo estaba cubierto con pétalos de rosa y velas y había dos copas apoyadas al lado de la bañera. – Brindemos.
-¿Por qué?
-Me he enterado de que habrá una lluvia de estrellas dentro de unas horas. Comienzas las vacaciones, se acerca la navidad y tú ya sabes lo mimosa que yo me pongo. Así que hoy me he puesto mi mejor vestido para ti – y era cierto, estaba preciosa – y quiero brindar con champán, con oro y con amor. Por nosotros, porque te quiero Edric y sé que no te lo digo todo lo que debería.

 

Y la besé, y no sé cómo pero sucedió y nosotros y el champán acabamos amándonos en la bañera. Admito que Nayla estaba preciosa en la cena con miles de motitas doradas en la piel brillando a la luz de las velas y que, después de cenar, le quité cada destello con besos; no quedó ni un solo lugar que no brillase, pero de amor.
 


miércoles, 15 de diciembre de 2010

Más Neruda que García.

Te escribo una carta hoy, el mismo día en el que te has ido, y créeme que me cuesta no llorar aunque tú siempre creíste que no era capaz de sentir nada tan dentro como para hacerlo.

Me gustaría que me vieses hoy aquí, respirando tu aroma en esta almohada, y te dieses cuenta de que tú ya eras parte de mi vida. Aún así te empeñaste en irte diciendo que necesitabas algo más, quién sabe qué.

Siempre bromeaste con mi nombre; decías que tenía que llevar un Pablo Neruda escondido en alguna parte de mí, aunque no lo encontraste nunca. Hoy me he descubierto más Neruda que García cuando, sin poder evitarlo, han venido a mi alma algunos de los versos del maestro:

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.
Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella.
Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.
Qué importa que mi amor no pudiera guardarla.
La noche está estrellada y ella no está conmigo.
Como para acercarla mi mirada la busca.
Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.
Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.
De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.
Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.
Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.
Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.
Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos,
mi alma no se contenta con haberla perdido.
Aunque éste sea el último dolor que ella me causa,
y éstos sean los últimos versos que yo le escribo.

Quién sabe… Quizá ahora te gustase un poco más, o un poco menos, pero ya te has ido.

martes, 14 de diciembre de 2010

Me estás volviendo loco...

Dos meses han pasado desde la última vez; me pareció ver su silueta una mañana pero preferí no martirizarme. ¿Dónde estás Antonia? Ninguna consigue hacerme sentir como tú, ninguna por muy espectacular que sea. Hoy es día catorce, me toca llamar a Tamara pero ni siquiera tengo ganas. Ni sus dientes blancos ni sus labios rojos, ni su nariz perfecta ni su melena de rizos de carbón, nada puede hacerme suspirar tanto como cuando mi despertador sonaba a la hora exacta. Marco los números de manera pesada y escucho su voz al otro lado del teléfono:

- ¡Tomás! Día catorce, ¿Dónde?
- Donde siempre preciosa, en mi casa dentro de una hora.
- Allí estaré.

Quizá debería arreglar un poco la casa, no me gustaría que sospechase nada de la juerga de anoche… Y sin darme cuenta ya había sonado el timbre.

- Pasa Tamara.
- ¿Por qué nunca me invitas el catorce de febrero? Es casi como cualquier otro mes. – Dice con su sonrisa tímida, siempre tonteando con la misma broma.
- Sabes que tengo muchas cosas que hacer... Anda ven que hoy te toca mimarme un poco.
- ¿Qué quieres exactamente?
- Tu calor, tu cuerpo, tus ganas...

 

Y me tumbó en la cama y me recorrió entero, a pesar de que yo sólo podía imaginarme las manos de Antonia. Me hundí en sus calores y no pensé, sólo actué como un animal ávido de aquello que le han quitado.

lunes, 13 de diciembre de 2010

Bonita, no me llores.

- Hermes pareces triste y hace dos horas que no comes nada, si sigues así vas a ponerte enfermo, y no hay nada peor que enfermar de tristeza. – Miró por la ventana. Las calles centelleaban y se veían bolsas por todas partes acompañadas por sonrisas rasgadas por el frío. – Todo está lleno de luces, árboles y bufandas. Mis padres no solían adornar la casa en estas fechas porque decían que no había nada que celebrar. A mí me gusta pasear y verlo todo tan alegre; me parece fascinante ver como puede haber gente sufriendo tanto y que sacan una sonrisa al ver parpadear esos cientos de luces. Creo que se podría dejar el aroma navideño todo el año pero, como todo, acabaría perdiendo su magia. Sin embargo a mí me trae malos recuerdos; por mucho que quiera salir a pasear mis botas de agua no me quitan el frío. Todavía puedo sentir sus manos rozándome el pelo mientras me decía “Marlene, esto es lo que tienes que aprender preciosa.” – Rompió a llorar sin poder evitarlo mientras Hermes la miraba tiritando, esos recuerdos todavía le dolían. Al levantar la cabeza se secó las lágrimas y trató de sonreír. – Perdóname Hermes, no quería ponernos tristes.

¿Tú también te pones triste?

jueves, 9 de diciembre de 2010

Pajarito de la esperanza.

Hoy ha decidido olvidarse de todo cuando al levantar la persiana se encontró con un pajarillo en la repisa. Le pareció triste así que se puso los guantes y lo recogió con todo el cuidado que pudo; lo dejó dentro de un gorro de lana para que no tuviese frío y subió un poco de temperatura la estufa para que se les caldeara el alma. Allí se pasó toda la mañana, observándolo, y de vez en cuando incluso hablaba con él:

-No voy a hacerte daño; se lo que se siente y no es bonito. – Esperó, pero no obtuvo respuesta alguna, ni siquiera pió un poquito. – Tienes cara de llamarte Hermes. ¿Quién tendría el valor de dejarte solo? Seguro que tu familia está buscándote por un millón de sitios, voy a dejar la ventana abierta por si acaso.

Se había hecho de noche y Hermes empezaba a acomodarse entre la cálida lana mientras Marlene no dejaba de mirarlo.

-Es muy tarde, creo que tengo que cerrar la ventana si no queremos que se nos congele el corazón. Me prepararé una taza de leche y nos iremos a dormir, ¿qué te parece? Hermes, hoy las cosas duelen menos porque has llegado; nadie se había atrevido a entrar en esta casa hasta que llegaste tú y te colaste en mi vida por una ventana, como un ladrón… Sólo que delgaducho y desconfiado.

Y sonriendo se fue a prepararlo todo, por una vez, sin tener ganas de llorar; al fin y al cabo… ¿Quién sabe cuánto dura la alegría?

¿Cuánto tiempo se quedará con Marlene?

jueves, 2 de diciembre de 2010

Amor de madrugada

Le pican las arrugas de la cama una vez que se ha despertado y, como si de una gata caprichosa se tratase, se frota contra Edric hasta que abre los ojos.

- ¡Qué coincidencia! Yo también acabo de despertarme.
-¿Sí? Pues tendrás que compensar haberme quitado el sueño. – Dice con una sonrisa pícara en los labios.

Le encanta verle así, con los ojos aún cerrados llenándola de besos. La mata de cosquillas mientras Nayla implora su perdón sin contener los movimientos de su cuerpo y entonces sucede… Se tumba sobre ella y puede notarle con ganas de su carne; así es él, amante por naturaleza, como un oso que despierta tras meses sin probar bocado.

-Dime que todavía hay tiempo, dime que puedo amarte como tú te mereces…
-Son las cinco de la mañana. Faltan dos horas para que suene tu despertador y tres horas para que tengas que presentarte en el trabajo. Aunque… - se tomó su tiempo antes de continuar la frase, le encanta mantenerle con la duda – Hoy llueve Edric, y todavía tengo encima a Mickey.
-Eso puedo remediarlo…

A los dos les encanta ese pijama pero en días de lluvia tienen prisa porque desaparezca, prisa por comenzar a amarse para no perder ni un solo segundo.
Cuando todo termina, tanto el cuerpo como el alma se quedan en calma y resurge el niño que llevamos dentro, en especial Nayla que ya de por sí puede pasar de niña a mujer con tan solo rozar una sábana.

 
-Me encanta tu olor. Es como si miles de flores rozasen tu piel y en cada gota de sudor se les escapase un pétalo. ¿Crees que esto será pecado?
-No mi amor, nos queremos y nada que se haga con amor está mal hecho. - ¡Pip pip pip pip! – Tengo que ducharme, pero luego prepararé tostadas y te daré un beso con sabor a fresa antes de irme a trabajar, ¿qué te parece?
-Mmmm – ya podía saborearlo – delicioso.



  

miércoles, 1 de diciembre de 2010

¿Qué hay de ese sentimiento que te inunda cuando quieres llorar?

Aquel día quería pero no podía; era como si alguien hubiese puesto una esponja debajo de sus ojos.
Ismael había traído al colegio unos collares de perro y se los había puesto en las muñecas, poco después todos se compincharon para atarla al perchero. Pasó mucho rato hasta que todo acabó y se quedó allí durante horas viendo como se hacía de noche. Le dolían las muñecas de forcejear. Al entrar en el aula para recoger su profesora se alarmó al verla allí colgada y se apresuró todo lo que pudo para bajarla.

-¿Qué ha pasado Marlene?
-Nada señorita, estábamos jugando.
-¿Jugando a qué? Todos se han ido ya.

No pudo contarle lo que le habían hecho, por qué tenía todas aquellas heridas o por qué llegaría con su ropa rota a casa. Con tan solo ocho años había visto la humillación de cerca tantas veces…